Sin duda la pandemia nos ha hecho modificar muchas cosas de nuestras rutinas diarias, el adaptarnos a un confinamiento necesario nos ha vuelto más dependiente de la tecnología; esta necesidad de comunicarnos con el exterior es casi obligatorio no solo para fines personales, sino para la vida laboral en cautiverio, o como muchos lo nombran: el home office.
Una de las consecuencias de esto ha sido la multiplicación y el persistente bombardeo de video llamadas, video conferencias y video entrevistas, la mayoría que esté haciendo trabajo desde casa entiende lo que es esto y el riesgo que implica hacia su intimidad y seguridad.
Plataformas como Zoom, Google meet, WhatsApp, Skype, Google hangouts, etcétera, han fungido como excelentes herramientas de comunicación laboral, nos han abierto la posibilidad de estar en contacto con nuestro equipo de trabajo obedeciendo las indicaciones de la sana distancia; podemos organizarnos, crear lazos comerciales, cerrar negocios importantes e incluso asistir a esas juntas del otro lado del mundo en cuestión de segundos.
Dejando un poco de lado lo maravilloso que pueden ser estas plataformas, queramos o no, todo el mundo con quienes aceptemos enlazarnos vamos a tener que mostrar y exhibir un poco de nuestra intimidad: desde nuestra casa, nuestra familia, nuestra personalidad, y de igual manera, a quienes nosotros veamos.
Esto está generando numerosas complicaciones a la privacidad y seguridad de las personas, lo que nos obliga a participar en una especie de juego de apariencias y “postureos”, y tomar acciones como buscar el mejor lugar con luz, el más bonito rincón de la casa, arreglarte de manera decente, dejar de ser tú en tu propia intimidad, para transformarte en la empresaria, el director, la doctora, el empleado, el vendedor, etc.
El neurólogo y escritor Carlos Castilla del Pino, en su libro De la intimidad, reflexiona sobre el significado de ese concepto. Menciona que la existencia y defensa de ese ámbito propio, alejado de lo público, parece —a todas luces— muy positiva, pues permite el diálogo con uno mismo y con otros, el relajamiento y descanso interior, la superación de tensiones externas y un sinfín de ventajas de índole personal. Es, sin lugar a duda, la máxima expresión de la toma de conciencia de nuestra propia personalidad. Zona en la cual excluimos toda invasión no deseada para gozar de una libertad sin restricciones. Espacio de anomia, por tanto.
La libertad de ser nosotros mismos en nuestra intimidad se rompe en el momento de una visita, o en este caso una video llamada, ninguno ha estado exento (quienes realizan estas video llamadas) de haber presenciado algo fuera de lugar: desde niños corriendo o gritando, la mascota molesta, los sonidos que se producen fuera del hogar, hasta alguien que ya no le importa cómo verse en cámaras y sale en pijama o despeinado; un sinfín de anécdotas, pero eso precisamente es la intimidad: por más “postureos” que hagamos, tarde o temprano reclamará su libertad y mostraremos algo íntimo a los espectadores.
Por ahí me encontré un meme que decía que, “una video llamada sin previo aviso me parece tan violento como abrirte la puerta del baño”.
Pero también hay que ponernos a pensar: ¿con quiénes estoy compartiendo mi intimidad? Son personas extrañas, desconocidos a las que solo conocía de voz o por nombre, y ahora están viéndome y observando un poco de mi intimidad. ¿Qué tan seguro es eso?
Algunas recomendaciones que se deberían tener en cuenta son: revisar la configuración de seguridad y privacidad de la plataforma; saber quiénes y cuántos serán los invitados a las reuniones; preparar un espacio donde no se vean fotos familiares; comunicar a tu familia que harás video llamada; no compartir archivos o documentación importantes, al menos que la plataforma sea confiable; desactivar micrófono y video cuando no estás participando; no compartir contraseñas y descargar estas aplicaciones solo de fuentes oficiales y seguras.
No hay que cerrarnos a la posibilidad que estos medios nos brindan. Las video llamadas, video conferencias y video entrevistas serán la nueva comunicación laboral y profesional para los que trabajan sobre todo en oficinas. Es mejor tomar las precauciones necesarias para no exhibir nuestra intimidad y la seguridad de nuestras familias a personas extrañas, pero también disfrutar de estar en la comodidad del hogar y trabajando.
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Shannon Díaz
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