Por Iván López
Síguenos en @lamarcalab
Cuando escucho la palabra maestro o profesor, inmediatamente me remite a José Vasconcelos y el inició de la construcción del México que ahora conocemos. José Vasconcelos fue un educador, escritor y filósofo oaxaqueño que bajo el mandato del presidente mexicano Álvaro Obregón, fue designado secretario, el 10 de octubre de 1921, de la entonces naciente secretaria de educación pública; además, años antes creo el escudo y el lema actual de la universidad autónoma de México (UNAM) “por mi raza hablará el espíritu”. Desde entonces el impulso de la educación pública era uno de sus grandes retos y anhelos, el cual siempre defendió desde el laicismo y con apego a la necesidad de una reestructuración social para la concatenación de una nación que venía arrastrando una revolución sangrienta.
En efecto los profesores que me han acompañado en mi formación también vienen a mi mente, de tal manera que me es posible recordar a la maestra de mi kínder, Gaby, curándome mi cabeza. Y es que un día de esos en los que a uno le da por regalarle el desayuno a la niña gustada, pues me caí del columpio, por lo que me quedé sin desayuno y entonces me gané una descalabrada de otras tantas que llegarían más tarde.
Luego entonces llegó la primaria con la maestra de la que viví más enamorado, Maclovia (sí, como aquella lectura de sexto de primaria), la maestra Maco para nosotros y sus conocidos. Jamás me dejaron en casa irme a vivir con ella, no sé por qué ni para qué quería irme, pero yo la amaba. En fin, así es como recuerdo maestros y maestras, algunos comprometidos, otros desentendidos, pero los formadores, esos sí que siguen siendo y estando en mí, como el desayuno diario.
Hoy en día, no es claro el compromiso del profesorado con los alumnos, es como si aquella educación en donde además de profesores, ejercían un rol psicológico y otras tantas de tutor entre los alumnos hoy estuviera no sólo en decadencia, sino que los profesores lo han dejado de lado o lo han nulificado; es eso y una creciente falta de respeto hacía lo que son y serán, me explico, los padres y alumnos parecieran proyectar sus carencias o falta de tiempo en la figura de alguien que los intenta formar y no domar.
Desde aquellos años hasta hoy en día, ser un educador ha implicado e implica un camino que no ha sido fácil de recorrer, sin duda los tiempos modernos han implementado en las aulas herramientas inimaginables desde aquellos años en donde un maestro era no sólo un impartidor de clase, sino un generador de conocimiento, alguien respetado y querido. Inclusive, hoy en día se sigue viviendo índices de deserción o de falta de cobertura que siguen privando a muchos niños y niñas, jóvenes y no tan jóvenes de recibir alguna formación académica (además de otros factores sociales como el económico, el social y político); por tal motivo han proliferado cada vez con mayor énfasis las escuelas privadas.
Según datos del instituto nacional de estadística y geografía (INEGI), a finales de 2014 había 1, 599, 727 docentes en todo el país, de los cuales de cada 100 maestros 62 son mujeres, mientras que 38 son hombres; destaca que a nivel básico el 81.8 por ciento son mujeres, mientras que en los niveles medio superior y superior los docentes varones siguen siendo más con 16.8 y 18.9 respectivamente. Además, según la misma encuesta, la edad promedio de los docentes es de 40 años, 7 de cada 100 hablan alguna lengua indígena, trabajan 30.6 horas promedio y ganan, en promedio, 72.4 pesos por hora, en su mayoría una escolaridad de 16 años, es decir, en promedio el grueso cuenta sólo con licenciatura y finalmente los docentes varones tienen mayor peso en las escuelas públicas con un 87.9 por ciento, mientras las profesoras tienen una mayor presencia en las escuelas privadas con un 22.6 por ciento.
Estos son sólo algunos datos que nos permiten tener una perspectiva del abanico docente en el país, pero ¿y Jalisco?
Jalisco ocupa el lugar 26 en abandono escolar a nivel primaria, el lugar 21 en nivel secundaria y el lugar 01 en abandono escolar a nivel media superior y superior, por cierto que el lugar en los niveles de absorción (aceptados) en que se ubica la entidad en éstos dos últimos son el 31 y 29 respectivamente.
Por tal motivo, el crecimiento de las escuelas privadas ha tenido un incremento que ha visto su crecimiento, ya no sólo en las clases que desde épocas remotas han dejado en claro su posición al enviar a sus hijos a escuelas no públicas, sino que otros segmentos han visto la necesidad de acudir a escuelas privadas con precios más accesibles y que ante la imposibilidad de un sistema educativo público, son las únicas opciones para continuar estudiando.
Sin duda, no sólo habría que plantear el papel del maestro, sino el sistema educativo como un eje integral y transversal que necesita reformarse, pero no desde una perspectiva partidista, sino realmente profunda que se desprende de mi entendimiento en donde la educación forma parte de las bases de una sociedad civil más humana y más equilibrada.
*Los porcentajes citados son con base a una distribución porcentual realizada por el INEGI en Mayo de 2015.
Comentarios recientes